Publicado en: abril 26, 2021

Leer en familia

Los libros tienen el poder de conectar a diferentes personas con hilos invisibles. El primer paso para caminar lejos en esos universos es mantener una buena provisión de historias, empacadas con el cuidado insustituible de aquello que se hace con amor.

Hoy en día muchas cosas han cambiado en nuestro entorno. El confinamiento ha privilegiado nuevas dinámicas, algunas favorables para alimentar nuestro mundo interior; otras oportunas para enriquecer la relación con las personas más cercanas. Ahora disponemos de más tiempo libre y el hogar se ha consolidado como el espacio por excelencia para encontrarnos. Muchas actividades cotidianas nos han permitido estrechar lazos y descubrir formas creativas para hacer de la familia una comunidad acogedora.

Los libros se han convertido en maravillosos pretextos para animar la rutina, nos ofrecen oportunidades para conversar, para compartir un momento divertido y, sobre todo, para expresar emociones. Los libros tienen el poder de conectar a diferentes personas con hilos invisibles. Por eso, no hay instrumento más versátil para el encuentro que los libros, ellos permiten establecer afinidades con otros e indagar una parte de nuestro interior.

La lectura en familia promueve ocasiones para estar juntos, rutinas que pueden convertirse en momentos mágicos y añorados: Leer antes de dormir asegura un encuentro íntimo y ensoñador, la voz cobra protagonismo para construir un mundo imaginario y la conversación se instala para ir revelando una historia.

Los libros, definitivamente, ejercen un influjo insustituible, conectan a muy distintos niveles y aseguran experiencias únicas. Con los libros, el hogar se transforma en un lugar de muchas dimensiones, la imaginación se desborda, desaparecen las estrechas paredes de la habitación y emprendemos un viaje juntos a otros territorios más allá de lo visible.

¿Y cómo podemos lograr que ese encanto que hemos descrito ocurra?

 

Aunque no existen prescripciones infalibles, algunas sugerencias son milagrosas. Entre ellas, el influjo de la voz y la capacidad para lograr que nuestros lectores se sumerjan en la historia. Leer de viva voz puede desarmar a los lectores, hacerlos sucumbir ante el hechizo milenario de las palabras. Desde la noche de los tiempos, aún antes de que el ser humano creara lo primeros asentamientos, los relatos comenzaron a explicar el mundo y a poblar la imaginación.

 

Contar historias de manera atractiva puede convertirse en el centro de muchos encuentros inolvidables. Procurar que el arte de contar siga vivo y extienda su magnetismo es una tarea que los adultos debemos propulsar. Del mismo modo que promover el contacto permanente con libros y asegurar que ese vínculo se mantenga intacto.

 

 

Interactuar con los niños en la medida que se está contando una historia implica un ejercicio del ahora: transformarse, meterse en un rol distinto, acompasar el lenguaje del cuerpo y afianzar la voz como el instrumento principal del escenario. ¿De qué manera podemos avivar esa fuerza de la palabra que se recita? Si leemos con anterioridad el libro que queremos compartir, podemos descubrir la mejor forma de contarlo, podemos identificar los momentos de mayor suspenso y meternos en la piel de los personajes. De este modo, lograremos irradiar esa energía inasible que cada libro transmite cuando se cuenta en voz alta.

 

Compartir un libro juntos propone otra manera de vivir la lectura. Interactuar mientas se van pasando las páginas, preguntar, señalar y proponer distintas miradas sobre las imágenes garantiza un intercambio rico y dinámico. De alguna forma, los adultos somos los encargados de encender esas chispas adormecidas que comienzan a animarse cada vez que abrimos las páginas de un libro o cada vez que deslizamos nuestros dedos por la pantalla. No importa el formato que tengamos a la mano, todos los libros acogen mundos de ficción que prometen itinerarios sorprendentes, siempre y cuando logremos trazar el camino.

Ante la avalancha de opciones para disfrutar el tiempo libre en las nuevas condiciones de confinamiento, el libro seguirá ofreciendo un opción segura y cálida. Involucrarse activamente con el proyecto lector de los más pequeños de la casa, desarrollar un menú de lectura balanceado y nutrir con libros la vida en familia afianza una larga alianza con la literatura. En estas circunstancias, resulta imprescindible tener a la mano una selección de libros que permita disponer de un amplio abanico de temas y estilos, de lenguajes gráficos diversos y de personajes que nos guíen para atravesar múltiples escenarios. El primer paso para caminar lejos en estos universos es mantener una buena provisión de historias, empacadas con el cuidado insustituible de aquello que se hace con amor. Libros de calidad, libros hechos con esmero. Una colección confiable y acogedora brindará oportunidades seguras para encuentros personales y momentos compartidos. Nuevos modelos de interacción transforman la experiencia de leer, alrededor de la cual la música, el movimiento y el color cobran vida. Cada libro contiene un cosmos que puede absorber al lector, hacerlo parte de una realidad que se instala como alternativa a la cotidianidad.

 

Pero también los libros potencian el desarrollo de habilidades sofisticadas, como la familiarización con estructuras narrativas y la capacidad de interpretar los distintos niveles de una historia. La lectura enriquece el conocimiento del lenguaje y ofrece una experiencia estética, que conecta al lector con muchas expresiones del arte.

 

El influjo de los libros alcanza una distancia que no se puede medir; las huellas que dejan en un lector son profundas y permanentes. Por eso, debemos tomar conciencia del impacto que significa el encuentro con la ficción y la manera como podemos hacerlo imborrable. Sin lugar a duda, la familia se ha fortalecido en muchas dimensiones, distintas alternativas prometen oportunidades para estar juntos, pero ninguna irradia el magnetismo y el especial encanto que solo los buenos libros pueden ofrecer.

 

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